"La lástima por uno mismo es uno de los narcóticos no farmacéuticos más destructivos. Es adictiva, da placer solo al momento y separa a la víctima de la realidad" John W. Gardner
En muchos casos, la vida es dura y difícil, tanto para nosotros mismos como para los demás. En nuestro camino nos encontraremos con adversidades, unas más duras que otras, pero está claro que los obstáculos forman parte de este camino.
Hay personas que adoptan el rol de víctimas de manera involuntaria porque tienen miedo a su propia ira e incluso niegan que ésta exista, ya que anticipan el daño que les causaría, llegando a distorsionar las expresiones o actitudes de los demás o pensando que tienen otras intenciones diferentes a las que realmente tienen.
Otras personas adoptan este papel porque les resulta mucho más fácil que hacerse responsables de las situaciones que están viviendo. De esta manera, no toman las riendas de su vida y dejan que el destino o la suerte decidan por ellos.
Decir adiós al victimismo es clave para conseguir una vida apasionante y feliz. A nadie le gusta ser una víctima, pero esta posición nos ofrece ciertas ventajas a las que, en ocasiones, nos cuesta renunciar.
Víctimas son aquellas personas convencidas de que esta clase de eventos son una constante en su vida. El mundo no está contra ellos, pero ellos perciben que sí. Es una auto-victimización psicológica.
PELIGROS DEL VICTIMISMO
Por lo general, este tipo de personas dan vueltas y vueltas a su mente y alimentan pensamientos tales como que aquello que les está sucediendo es una injusticia, una tragedia... Esto, muchas veces, se exterioriza y hay personas que pasan gran parte del día relatando penas y dramas personales.
La persona que adopta el rol de víctima alimenta emociones negativas y su perfil psicológico incluye sensaciones de pérdida de control, pasividad, impotencia, desconfianza, pesimismo, auto-reproches, culpabilidad y vergüenza, llegando incluso a estados depresivos que los aíslan más del mundo. En otros casos, estos procesos se polarizan en odio, rencor y rabia hacia quienes consideran culpables de sus sentimientos. Buscan la compasión y la lástima de los demás.
La víctima psicológica es un profesional del sufrimiento que toma una actitud pasiva ante la vida y que le cuesta adaptarse a distintas circunstancias. Siguen un ciclo: sentirse herido, mortificarse, generar compasión y manipular a otros para que actúen en su defensa. El problema es que nunca llega a la raíz del conflicto para poder eliminar aquello que le causa dolor o para ser capaz de cambiar su modo de reaccionar a lo que le sucede. Este patrón psicológico puede llegar a convertirse en un vicio.
CAUSAS DEL VICTIMISMO
Criarse en un ambiente de excesiva compasión.
Estar sobreprotegido durante los primeros años de vida.
Aprender el papel de víctima de los padres.
No superar emocionalmente la etapa de niño.
No tener demasiado control sobre lo que sucede.
Personas que han sido víctimas de algún tipo de abuso en algún momento de su existencia.
En este caso, estas personas no saben desempeñar otro rol, no superan el pasado y se quedan atrapados en ese papel.
QUÉ HACER
El cambio es posible. La autocompasión y que los demás les den la razón no va a solucionar nada, sino que contribuirá a crear nuevas víctimas. Lo mejor es marcarse una meta para conseguir el cambio.
Deben tomar conciencia de que son protagonistas de su propia vida y que tienen todas las capacidades y el derecho de tomar sus propias decisiones y que incluso pueden decidir cómo sentirse.
No se deben dejar abatir por el pesimismo y la desesperación. Deben utilizar su imaginación y su voluntad para encontrar su sitio, crear una nueva realidad llena de cosas por las que disfrutar y por las cuales agradecer cada día.
No entrar en su juego. Si nos enredamos en sus chantajes y lamentos, los estamos reforzando y los perjudicamos. Esto es difícil porque desde niños nos han enseñado a sentir compasión por los que sufren y ayudarlos, aunque nuestros propios intereses queden relegados.
Les diremos que estamos ahí para ayudarles a buscar una solución al problema que nosotros vemos, no al que ellos nos plantean. Los ayudaremos a salir de esa posición sin escuchar sus quejas ni contagiarnos de su negatividad.
pues yo me siento bien triste