"Los síntomas se manifiestan días antes de la vuelta al trabajo y son comparables a cualquier depresión con episodios de tristeza notables"
El síndrome postvacacional, conocido también como estrés o depresión postvacacional, es un conjunto de síntomas que se manifiestan cuando nos incorporamos a nuestras obligaciones, ya sean laborales, familiares o de estudio, tras un periodo de vacaciones. Este síndrome no está aceptado como enfermedad ni se manifiesta en todas las personas.
Los más propensos a sufrirlo han vivido un cambio en sus ritmos biológicos (costumbres, horarios, etc) durante sus vacaciones. Se relaciona sobre todo con aspectos emocionales, pero también puede desencadenar y empeorar determinadas dolencias neurológicas como cefaleas, epilepsia o trastornos del sueño.
El síndrome postvacacional es producto de la visión que existe del trabajo como una actividad negativa, obligada y sacrificada. En sociedades en las que el trabajo se considera algo creativo, con sentido por sí mismo y digno para el ser humano, este síndrome es prácticamente inexistente.
SÍNTOMAS
La verdadera causa es la percepción del trabajo como una estimulación aversiva. Esto provoca el incremento en los niveles de ansiedad, desgana, falta de atención, cambios en rutinas de sueño, deseos de cambiar de trabajo, irritabilidad, tristeza... Pueden aparecer síntomas físicos (cansancio, fatiga, molestias estomacales, insomnio, taquicardia, dolor muscular, falta de apetito y de concentración, sensación de que falta el aire...) o psíquicos (tristeza, falta de interés, nerviosismo, inquietud, indiferencia...). Suele durar entre 10 y 14 días, aunque en algunos casos llegará hasta los 3 meses. Es aconsejable acudir al médico o terapeuta si dura más de 15 días.
Debilidad general con falta de energía y sensación de cansancio.
Apatía, astenia, falta de iniciativa y de ganas para llevar a cabo las tareas.
Cansancio injustificado y ausencia de motivos que lo justifiquen.
Dificultades para conciliar el sueño que pueden derivar en insomnio.
Somnolencia y aletargamiento a lo largo del día.
Falta de concentración.
Distracciones y olvidos involuntarios.
Sensación de agobio y angustia.
Pensamientos negativos y pesimistas.
Cambios de humor y susceptibilidad.
Sensación de que algo no va bien o que no funciona en nuestra vida.
Desinterés y falta de motivación por el trabajo.
Si este cuadro de estrés es muy intenso y se prolonga en el tiempo, podría aparecer un trastorno de ansiedad, un trastorno del estado de ánimo o incluso disfunciones del sueño o trastornos de la alimentación, aunque no es lo más frecuente.
CONSEJOS
El mejor remedio contra el estés postvacacional es la prevención. Trabajar en una actividad que te guste y disfrutar de vacaciones relajantes son las mejores formas de evitar el malestar que provoca la vuelta a la rutina. Pero si tu trabajo es estresante o las vacaciones han sido muy movidas, aquí tienes algunos consejos que te ayudarán a superarlo.
Programa tu regreso con tiempo. No regreses de tus vacaciones el día anterior a tu vuelta al trabajo. Necesitas al menos un par de días para retomar tus rutinas y ordenar las cosas que has traído de tus vacaciones.
Aborda tus actividades laborales de manera progresiva. Dedica tiempo a analizar las tareas, prioriza las más importantes y urgentes y comienza por las más sencillas y placenteras. No lleves trabajo a casa.
Respeta los horarios de sueño. Regulariza tus ritmos de sueño tras tu vuelta al trabajo. Evita siestas, al menos durante los primeros días y procura dormir ocho horas de sueño reparador por la noche.
Modera el consumo de alcohol y cafeína. El alcohol, como depresor del sistema nervioso central, puede agravar síntomas como apatía, depresión y astenia provocados por el síndrome postvacacional. El café y las bebidas con cafeína agudizan los síntomas de estrés.
Haz ejercicio físico. El deporte te ayuda a liberar endorfinas que nos hacen sentir optimistas, felices y relajados y también hace posible que la mente se libere del estrés al concentrarse en la ejecución del ejercicio físico. Es fundamental desconectar de las preocupaciones para solucionar los problemas o dificultades de la vida con objetividad y eficacia.
Evita los pensamientos recurrentes. Dar vueltas a lo mismo una y otra vez incrementará tu ansiedad y tu sensación de falta de control. Sal a dar un paseo, haz una actividad que te guste, escucha tu canción favorita... lo que sea para cortar con esos pensamientos que no te llevarán a ninguna parte. Practica relajación.
Organiza tu tiempo y diviértete. Dedícate tiempo a ti mismo y a las cosas que te gustan. Las aficiones ayudan a combatir la ansiedad y el estrés.
Pon límites y aprende a decir "no". Frena la impaciencia y las peticiones o exigencias. Poner límites te ayuda a asumir el control y hace que lleves las riendas de la situación.
Fíjate en lo positivo. A lo largo del día pasan cosas buenas: palabras amables, risas, una llamada de alguien que se preocupa por nosotros... Si agradecemos esos detalles conectaremos con nosotros mismos y seremos conscientes de las cosas buenas que nos rodean. Dedicar una sonrisa o simplemente decir "gracias" hace que los demás se sientan mejor.
Paciencia. Este es un síndrome pasajero y una vez que hayas vuelto a la rutina los síntomas desaparecerán. Es cuestión de actitud y tiempo.
En definitiva, lo más importante es hacer que el cambio de las vacaciones al trabajo sea lo menos brusco posible y afrontar con actitud positiva la vuelta a la rutina para ayudarnos a combatir la desmotivación que supone la "vuelta a la realidad" o "vuelta a la rutina" tras las vacaciones.
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