"Ansiedad y depresión son a menudo las dos oscuras caras de una misma moneda"
Vivir bajo el dominio absolutos de estas dos condiciones limita la calidad de vida. Un 60% de las personas que sufren depresión también sufren ansiedad. Los síntomas clínicos asociados pueden cronificarse en muchos casos, bien por no buscar ayuda especializada o bien por no contar con un diagnóstico válido y adecuado. Es común encontrar pacientes que lleguen a tener ideación suicida.
El día a día de la persona amenazada por la ansiedad y la depresión se van convirtiendo poco a poco en un escenario de arenas movedizas donde se hunde más a cada instante. Son situaciones complejas que requieren asistencia para tratar la irritabilidad, el malestar, la anhedonia, la sensación de culpa, los sentimientos negativos, la desesperanza...
Parece que la ansiedad y la depresión tienen su origen en la amígdala cerebral, es decir, la estructura en la que se localiza el "centro del miedo" y que en ocasiones es demasiado reactiva. Esto hace que cualquier evento o estímulo se viva de manera desproporcionada, acompañado de emociones negativas muy intensas.
La depresión no nos deja avanzar porque nos hace sentir indefensos y desesperanzados a la vez. Este miedo desmesurado provoca que anticipemos ideas y que veamos el mañana con ansiedad, angustia y desesperación.
Muchos expertos coinciden que que el factor genético predispone a padecer este síndrome, unido al contexto que nos rodea y a la falta de herramientas para afrontar las circunstancias.
SÍNTOMAS
Todos somos susceptibles de experimentar ansiedad y depresión. El problema surge cuando estos estados se vuelven persistentes y aparecen juntos. Las manifestaciones clínicas deben coexistir de manera permanente durante más de un mes y en el mismo grado. Es necesario que aparezcan también:
Problemas de concentración y fallos de memoria
Preocupación constante
Pensamientos fatalistas, pesimismo, desesperanza.
Alteraciones del sueño.
Anhedonia (falta de motivación, de empuje vital, de energía y ánimo...)
Irritabilidad y mal humor constante.
Sensación de inutilidad, culpa, baja autoestima...
Hipervigilancia: sensación de estar siempre alerta, sensación de que algo va a ocurrir...
Problemas gastrointestinales.
Hay pacientes que pueden llegar al aislamiento social, falta de higiene, incapacidad para ir a trabajar...
TRATAMIENTO
El abordaje terapéutico depende de muchas variables, pero la realidad personal de cada paciente es la más importante. Hay pacientes que se beneficiarán simplemente de un enfoque psicológico. Otros complementarán la intervención psicológica con fármacos. Lo más conveniente es un enfoque multidisciplinar que tenga en cuenta los aspectos sociales, de asistencia e incluso los psicoeducativos. Las personas con trastorno ansioso-depresivo necesitan el mayor apoyo posible. Las estrategias más comunes son:
Terapia cognitivo-conductual orientada a la reestructuración cognitiva, a reducir la hipervigilancia, el miedo y la ansiedad.
Técnicas de relajación.
Mindfulness.
Tratamiento farmacológico con antidepresivos y ansiolíticos.
Psicoeducación, es decir, enseñar al paciente la realidad de su situación haciéndole saber qué es la depresión, qué es la ansiedad y qué estrategias utilizar para tratarlas y prevenirlas.
Son muchas las personas que sufren ansiedad y depresión.No dudes en buscar ayuda especializada para contar siempre con la mejor respuesta, atención y orientación.
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