"Cuando se crea un nuevo hogar, el protagonismo corresponde a la pareja. Y tres son multitud"
(Nota aclaratoria: en este post hablo de las suegras, pero ellas no tienen la exclusiva. Puede ser un hermano, el suegro u otro familiar)
Aunque los problemas entre nueras y suegras y las discusiones suelen ser la tónica general, también existen casos de convivencia pacífica. Hay nueras que encuentran en sus suegras el apoyo emocional de una verdadera amiga.
En las relaciones entre suegras y nueras, los conflictos suelen surgir porque ambas partes sienten que se invade su territorio. Una suegra, a menudo, es incapaz de compartir con otra a su hijo y siente que está ocupando su lugar. Estos miedos van en la naturaleza protectora de la madre.
Algunas suegras viven con una idea preconcebida de la nuera que quieren tener y, al no cumplirse sus expectativas, se desencadena un sentimiento negativo, casi involuntario y no quieren aceptar las decisiones que toma su nuera.
Por su parte, las nueras son conscientes de la fortaleza del vínculo entre madre e hijo y temen no ser capaces de mantener nunca una relación igual de sólida. Saben que se les exigirá mucho y que la presión les generará inconscientemente rechazo, inseguridad y temor.
Cuando en una relación entran terceras personas sin que haya un consenso podrá aparecer un conflicto. El problema es de los hijos, que no saben poner fin a la intromisión de sus madres y el recelo o el rechazo hacia su esposa. Esto generará conflictos. El problema no empieza cuando la suegra tira la primera piedra, sino cuando el hijo no defiende a su esposa. Está claro que una persona hará solamente aquello que se le permita hacer y si desde el primer momento se le pide amablemente que no se entrometa habrá más posibilidades de que esto se quede en una mera anécdota.
Cuando ni suegra ni nuera quieren aceptar que ambas necesitan respeto y reconocimiento mutuo, el conflicto puede agravarse, acarreando incluso enfermedades que necesitan tratamiento psicológico, tales como la depresión o la histeria. La mala relación acaba resultando en una guerra en la que todos son perdedores.
Los problemas se suelen centrar en:
Intromisión de la suegra en el modo de educar a los niños o de llevar la casa (comidas, limpieza, gastos, horarios...)
Excesivo tiempo que el hijo-marido dedica a la madre-suegra, en detrimento de su pareja e hijos.
La peor situación posible es la "crisis de pareja por intromisión de la familia política", que es cuando la suegra se traslada a vivir con su hijo. En estos casos, la actuación desacertada e inoportuna de la suegra provoca una situación difícil y cargada de tensiones psicológicas.
Las relaciones entre suegras y nueras no están condenadas al fracaso. Muchos de los problemas se pueden superar y solucionar con una buena comunicación, respetando los espacios, respetando los límites y colaborando. Por otro lado, el hijo-marido deberá aprender a posicionarse en la resolución de conflictos abandonando actitudes pasivas, ambiguas e indecisas que solo consiguen avivarlo. En una situación ideal, la nuera tiene la posibilidad de ganar unos padres y los suegros ganarán una nueva hija. Enfocar adecuadamente las relaciones con la familia política implica, entre otras cosas, afecto y respeto mutuo.
PAUTAS PARA UNA RELACIÓN POSITIVA SUEGRA-NUERA
Mantener contacto con una periodicidad razonable
Posibilitar la complicidad, discreción e intimidad de la pareja.
Respetar sus decisiones y saber callar tus opiniones si es necesario.
No competir por el cariño y afecto del hijo.
Evitar predisponer al hijo en contra de su pareja.
Evitar decir a la pareja reproches referidos a sus padres.
Eliminar comparaciones madre-suegra o madre-esposa.
Apoyar a la pareja y frenar a los padres.
No utilizar o encizañar con los hijos-nietos.
Resolver posibles resentimientos con diálogo positivo.
CONSEJOS PARA SER UNA BUENA NUERA
Ponte en sus zapatos. Piensa que algún día tendrás hijos e imagina los sentimientos que se despertarán en ti: celos, miedo a perder el amor de tus hijos, miedo a la soledad, nostalgia...
Evita la rivalidad. Acepta la experiencia de tu suegra y busca su orientación para que sienta que la valoras. Asume que las dos tenéis defectos y esfuérzate por mantener la cordialidad, por el bien de tu pareja.
No compares. No dejes que la relación con tus padres sean el único espejo en el que mirarte. El trato es muy diferente y comparar no cambiará las cosas.
Escoge bien tus palabras. Si alguna actitud de tu suegra te está molestando o haciendo daño, no dejes que la bola de nieve se haga más grande ni se lo recrimines a tu pareja. Cuando estés tranquila, cuéntale a tu suegra cómo te sientes, remarcándole que aprecias su implicación pero dejando claro, de la manera más cordial posible, que tienes derecho a tomar tus propias decisiones.
No faltes nunca al respeto. Aunque la relación sea tensa, es la madre de tu pareja y vuestras vidas estarán ligadas, por mucho que te pese.
CONSEJOS PARA SER UNA BUENA SUEGRA
Acepta que tu hijo ha crecido. En ocasiones no podemos evitar verlos como los niños que un día fueron, pero ten en cuenta que deben aprender a tomar sus propias decisiones y a desarrollar su vida de manera independiente.
No intentes imponer tus normas. Has criado a tu hijo de la mejor manera que has sabido, pero ahora es el turno de que él y su pareja determinen por sí mismos la pauta a seguir, tanto en la manera en la que llevan su casa como en lo relativo a la educación de tus nietos.
No intentes cambiar a tu nuera. Seguramente imaginabas un prototipo de nuera perfecta y al final no se han cumplido tus expectativas. Acepta que tu nuera tenga su propia personalidad, aunque no compartas algunas de sus formas de pensar o actuar. Ten en cuenta que esas características son precisamente las que han enamorado a tu hijo.
Acepta que cada uno tiene sus roles. Es normal desear lo mejor para tu hijo, pero no intentes que lo atienda tal como tú lo haces. Aprende a diferenciar entre el amor a un hijo y el amor hacia una pareja.
Ofrece tu ayuda, no la impongas. Aunque a veces no lo sepas ver, tu nuera valora que seas una mujer más experimentada y aprecia que intentes orientarla. Las decisiones que tome quizá no sean las que tú hubieras tomado, pero entiende que no se trata de tu vida, sino de la suya.
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