"Las rabietas en la infancia son una fase normal en el desarrollo del niño"
Las rabietas pueden ser definidas como un estado de impaciencia y enfado en el que los niños expresan emociones negativas, tales como ira y rabia, frente a ciertas situaciones.
Generalmente duran poco tiempo y suelen producirse por un leve motivo. Esta conducta se produce mayoritariamente en niños de entre 18 meses y 4 años, debido a su poca tolerancia ante la frustración. Es además una fase necesaria, ya que permite a los niños aprender a tolerar la frustración y a expresar y canalizar sus emociones negativas. Facilitan la tarea de desahogarse liberando su rabia, frustración y nerviosismo.
Solo son negativas si van acompañadas de actitudes destructivas o si los padres ceden ante ellas y el niño aprende a utilizarlas para salirse siempre con la suya. En este caso se repetirán y se prolongarán en el tiempo.
Surgen como consecuencia de la negativa ante los deseos del niño, cuando es consciente de que no van a hacer realidad su capricho porque le han dicho un NO a su proposición. En ese momento, el niño siente una intensa frustración que no sabe gestionar debido a la inmadurez propia de su edad. Los niños quieren satisfacer sus deseos y que además sea de forma inmediata. Los menores no toleran bien el control y se muestran exigentes y desafiantes.
CAUSAS
Frustración, enfado, confusión o temor
Fuerte necesidad de tipo físico: cansancio, sueño, apetito o enfermedad del niño.
Llamar la atención. El niño aprende rápido que ante el llanto se le presta una gran atención y se le ofrecen mimos, por lo que aprovecha para ver cumplidos sus deseos a través de las rabietas.
Deseo de mostrar lo independientes que son.
Querer algo que no tienen.
Celos cuando ven que a otro (hermano, primo...) le han regalado algo o le han permitido hacer algo que a él no le permiten.
Órdenes o control de padres o hermanos (emitir órdenes de cambio de actividad)
Porque algo no ha salido como el niño quería y esperaba (por ejemplo, ponerse la ropa que él quiere y no la que dice mamá, comerse una chocolatina y no el bocata, ir en brazos y no caminar...)
CÓMO ACTUAR
Antes de la rabieta: prevención
Si reducimos lo que las provoca, tendremos que lidiar con menos escenas de rabietas, aunque no las evitaremos del todo, ya que son deseables y normales por ser un mecanismo autorregulador. Consideraciones:
Es conveniente analizar los comportamientos del niño para tratar de averiguar cuándo se producen estas reacciones e intentar detectar la causa para evitarla.
Ofrecerles pautas claras, de modo que sepan qué deben hacer y qué se espera de ellos, ajustando las normas y las expectativas a su edad.
Mantener los objetos prohibidos fuera de su vista y de su alcance, con el fin de que no se acuerden de ellos y no los deseen.
Atender sus necesidades de hambre y sueño respetando un horario fijo.
Decirles NO pocas veces, pero de forma clara.
Ofrecerles opciones cuando sea posible.Leerles cuentos favorece el conocimiento de las emociones y su comprensión.
Juegos al aire libre y relajación.
Durante la rabieta
No hacerle caso mientras dure la rabieta.
Transmitirle que no va a hablar con él hasta que no se calme.
Desviar su atención con otra cosa (por ejemplo, gastándole una broma...)
Controlar que no se haga daño a sí mismo, golpeándose la cabeza, tirándose al suelo con fuerza, pellizcándose, tirándose del cabello, arañándose los brazos o la cara...
Controlar que no haga daño a los demás, mordiendo, empujando, pegando...Vigilar que no dañe nada, rompiendo objetos o golpeándolos con fuerza
En caso de rabietas de tipo perturbador o destructivo (cuando se muestra violento durante la rabieta o golpea a alguien, llora y grita con una intensidad y durante un tiempo exagerado o la rabieta tiene lugar en lugares públicos) es recomendable utilizar suspensiones temporales. En estos casos es aconsejable cambiar la ubicación del niño a otro sitio, apartarle durante unos minutos para que se encuentre más aislado y no moleste hasta que se logre calmar.
Después de la rabieta. Una vez que se encuentre calmado debemos:
Ofrecerle cariño y comprensión.
Transmitirle que estamos felices porque se ha calmado por sí mismo.
Le retiraremos privilegios para que aprenda que esa conducta que ha tenido no es adecuada (por ejemplo, mamá le explica que hoy no comerá ese postre que tanto le gusta)
Hablar con él sobre su conducta, los motivos por los que no le hemos dejado hacer algo o cómo puede responder adecuadamente la próxima vez que se enfade.
Enseñarle a gestionar sus emociones, enseñándole a identificarlas.
QUÉ NO HACER
Ceder ante sus deseos. Con la rabieta, presiona a los padres y consigue fácilmente lo que desea. Es una conducta aprendida que se repite porque sabe que es útil y eficaz.
Pegar o gritar. No servirá de nada que le regañen, le peguen o le griten. Normalmente no saben por qué se han puesto así, ya que es una reacción que no saben cómo controlar. Si les pegamos o chillamos solo conseguiremos asustarlos todavía más y su reacción empeorará.
Alterarnos o enfadarnos. Es preciso permanecer como si no pasara nada y no darle importancia, pues lo contrario empeorará la situación. Hay que transmitirle que cuando se calme, se hablarán las cosas y que mientras tanto no se le hará caso.
CUÁNDO CONSULTAR CON UN PROFESIONAL
Si suele lastimarse o lastimar a otros durante las rabietas.
Si contiene las respiración durante las rabietas o sufre desmayos.
Si las rabietas ocurren cinco o más veces al día.
Si ocurren también en el colegio
.Si empeoran después de los cuatro años de edad.
Si presenta otros problemas de comportamiento.
Si tiene pesadillas, involución en el control de esfínteres, dolores de cabeza, dolores estomacales, ansiedad, se niega a comer o ir a la cama o se aferra a sus progenitores.
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