"La vida puedes jugarla a ganar o a no perder. Tú decides"
Nos levantamos cada mañana sabiendo que a lo largo del día tomaremos muchas decisiones y acabaremos preguntándonos si hemos hecho o si hemos elegido bien. Pero hay una decisión inconsciente que tomamos sin darnos cuenta y que marcará el devenir de nuestro día y que es la respuesta a esta pregunta: "¿Te enfrentas a la vida de manera optimista?"
El optimismo inteligente no es una forma de ver la vida de color de rosa, donde nada nos afecta, es decir, no es un optimismo ilusorio. Tampoco consiste en ver el lado bueno de las cosas por la simple necesidad de olvidar el lado amargo. El optimismo no es una manera de aceptar la realidad, venga lo que venga.
El optimista mira al mundo esté como esté, pero con la confianza y la convicción de que ese mundo y esa realidad pueden mejorar. El optimismo inteligente es una actitud y, por tanto, el optimista jamás niega la realidad, sino que la acepta, pero elige el optimismo como actitud para enfrentarse a ella. De esta manera, como cree que las cosas pueden mejorar, consciente e inconscientemente, elige comportamientos destinados a hacer que las cosas mejoren. El optimismo inteligente es una actitud de acción.
Debemos alejarnos de las excusas, de los "es que..." (es que no me da tiempo, es que no tengo ganas, El "es que..." nos paraliza, frena la acción y, por tanto, frena al optimismo. Muévete, cambia los "es que..." por los "tengo que..." (ejemplo: cambia "es que no tengo tiempo" por "tengo que hacerlo mañana"). No permitas que tus palabras encadenen tus acciones.
Si crees que las cosas pueden mejorar, eso te llevará a confiar en que las cosas pueden mejorar. De esta manera desarrollarás comportamientos para mejorar las cosas y así generarás oportunidades de que las cosas mejoren. El optimismo no es solo una actitud para enfrentar la realidad en el presente sino para asegurar mayor felicidad en el futuro. El optimismo es invertir en felicidad.
El optimismo es una actitud de cambio. Existen tres actitudes frente al cambio:
Dinosaurios: resistentes a cualquier tipo de cambio pero que se extinguen.
Camaleones: se adaptan por naturaleza a cualquier paisaje, situación o entorno.
Gusanos: son los motores del cambio. Son seres capaces de sufrir. Tras estar encerrados en una maraña sin ver nada, impulsan el cambio en sí mismos con el fin de mejorar su situación inicial.
Si quieres convertirte en optimista jamás podrás ser un dinosaurio. Si confías en mejorar las cosas y generas situaciones para ello, no podrás negar la necesidad de cambiar. El optimismo, por definición, exige ser un gusano que impulsa el cambio o, al menos, un camaleón adaptándote a él.
El optimismo inteligente es una obligación ética. En el momento en que niegas el optimismo, niegas la posibilidad de que las cosas puedan mejorar frenando las acciones enfocadas a ello. Si asumes que las cosas no pueden mejorar, le estarás negando la posibilidad a otros de mejorar una situación que probablemente sea peor que la tuya. No se trata de compararte con otros, sino de no negarte y por lo tanto no negarle al mundo la posibilidad de mejorar.
El optimismo es una actitud tremendamente contagiosa, así que contagia y déjate contagiar por los optimistas.
El optimismo se puede aprender, ensayar, mejorar, es una actitud que eliges tú. No dejes que nadie decida por ti. Solamente tú tienes el derecho de decidir con qué actitud quieres levantarte. Al fin y al cabo, la vida puedes jugarla a ganar o a no perder. Tú decides.
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