"No podemos ser felices todo el tiempo, pero sí podemos adoptar unos hábitos que favorezcan el bienestar y la felicidad"
Los hábitos tóxicos son comportamientos que nos convierten en infelices mediante rutinas. En ocasiones culpamos a los demás de nuestra mala suerte sin darnos cuenta de que son nuestros hábitos los que no nos permiten ser felices.
A diario llevamos a cabo hábitos tóxicos que no nos aportan nada bueno. Lo hacemos por inercia. Cuando más los practicamos, más nos costará cambiarlos.
HÁBITOS TÓXICOS
Centrarte en lo que no tienes. Infravaloramos lo que tenemos y sobrevaloramos lo que no poseemos. La auténtica felicidad se encuentra dentro de uno mismo, porque si estamos bien con nosotros mismos y luchamos por nuestros deseos más profundos, no necesitamos nada más. Para sentirnos bien necesitamos tener cubiertas ciertas necesidades básicas.
Negar la realidad. Lo suelen hacer las personas con miedo a la incertidumbre y que evitan enfrentarse a los problemas. Este miedo viene alimentado por la inseguridad y esto hace que la persona no se vea capaz de superar los retos a los que se enfrenta. Esto predice un fracaso inevitable. La confianza alta en uno mismo va a determinar que nos enfrentemos con valentía a una situación. Las personas con autoconfianza alta son más felices y no niegan la realidad. Muchas veces es más fácil buscar excusas que reconocer los errores. Debemos dejar de mirar para otro lado y asumir al menos una parte de la responsabilidad que tenemos sobre las cosas que nos suceden.
Culpar a los demás. Negar la realidad incluye culpar a los demás, pues es una manera de no tener que reconocer que somos nosotros los que debemos cambiar. Esto hace que no aprendamos de los errores.
No salir de la zona de confort. La zona de confort es un estado mental que hace que tengamos preferencia por seguir en los lugares que creemos que son más seguros aunque nos impidan crecer y desarrollarnos. Puede parecer un lugar agradable, pero a la larga nos hará infelices. En esta zona de confort experimentaremos estrés y frustración puntuales, pero nos estancaremos emocionalmente. Quedarnos atrapados y permanecer en ese lugar por miedo al futuro es un hábito tóxico.
El miedo al "qué dirán". No debemos estar continuamente buscando la aprobación de los demás ni debemos hacer las cosas al gusto de otros. Esto va en contra del bienestar. Para ser felices, cada uno debe perseguir sus metas.
Vivir en piloto automático. Muchas veces vamos por la vida sin prestar atención al momento presente. Este comportamiento nos aleja de la realidad. Estamos inmersos en nuestras expectativas y no disfrutamos del aquí y el ahora. Es necesario que conectemos con nosotros mismos.
Aferrarse a las emociones negativas. Vivir del pasado nos hace daño. La ira y el resentimiento se asocian a momentos ya ocurridos. Experimentar estas emociones es negativo para nuestro bienestar y nos roban energía. Para ser felices debemos aceptar las experiencias pasadas y seguir adelante.
No dormir bien. La mala higiene del sueño tiene efectos a nivel físico y psicológico. Afecta a nuestro rendimiento en el trabajo, a nuestro estado de ánimo, a nuestro humor y a nuestra salud en general.
Hacerse la víctima. Las personas que viven en un lamento continuo y tienen una actitud negativa frente a los problemas, no aprenden de experiencias pasadas y se estancan. Para plantar cara a la vida hace falta responsabilizarse ante cualquier situación que pueda surgir y, por tanto, es necesario dejar de lado el victimismo.
Comer mal. Comer mal también afecta negativamente a nuestras emociones y a nuestra salud. La mala alimentación provoca obesidad y muchos problemas físicos importantes, como problemas de corazón, que pueden derivar en baja autoestima, inseguridad, etc.
Las quejas. Muchas personas buscan cualquier razón o pretexto para quejarse por algo o alguien. Viven centrando parte de su energía en localizar el siguiente motivo de queja.
La desorganización. El desorden continuo obstaculiza el equilibrio. El caos nos obliga a invertir tiempo buscando lo que deseamos localizar y el cerebro permanecerá en estado de incertidumbre durante ese tiempo. Esto implicará un cansancio extra al final del día. Se recomienda que nuestro hogar esté limpio y ordenado para que todo fluya con facilidad.
Preocuparnos sin motivo. Adelantarnos a los acontecimientos y añadir todo un abanico de posibles consecuencias añadirá cansancio y ansiedad a nuestras vidas. Lo mejor es centrarnos en lo que sucede en cada momento y enfrentarnos a las consecuencias cuando lleguen (si llegan).
Aplazar tareas pendientes. Si dejas todo para mañana, te acordarás de las tareas que tienes en cola y te sentirás cansado.
Ser capaz de decir "no". Muchas personas, por hacer sentir bien a los demás, por pena o por miedo al rechazo, acaban con una torre infinita de tareas que les acarrean cansancio físico y mental. Nuestro tiempo es igual de valioso que el de los demás, así que deberíamos asegurarnos de tener tiempo para nosotros, nuestra familia, nuestras aficiones y nuestro descanso.
No guardes rencor. El rencor y el odio consumen nuestra energía lenta pero incansablemente. Si no nos libramos de ellos, con los años pueden acabar desencadenando enfermedades. Debemos pasar página y tomar las decisiones pertinentes.
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