"Lo más contagioso para la humanidad no son los virus, son las emociones"
Lo que contribuye a la mayor gravedad de esta epidemia y la convierte en una crisis social es la repercusión emocional. Al fin y al cabo, todos somos víctimas, incluso quienes no han contraído la enfermedad. El COVID-19 es una epidemia emocional que trae consigo consecuencias psicológicas y sociales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya había subrayado el fuerte impacto psicológico que iba a provocar el virus.
El aislamiento, la distancia física, el cierre de colegios y lugares de trabajo, etc son desafíos mentales que nos hacen sentir estrés, ansiedad, miedo y soledad.
¿Cuáles son las emociones predominantes? El miedo (incluso pánico), ira (hacia políticos, sanitarios, entre ciudadanos...), solidaridad, tristeza, deseo (tras cada catástrofe se producen nacimientos 9 meses después), indagación (conocimiento) y alegría (podemos verlo en los muchos vídeos de humor que se comparten estos días).
CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS DE UN ENCIERRO DE MÁS DE 10 DÍAS
Estrés. La cuarentena es fundamental, pero a partir de los 10 días la salud mental se resiente. A partir de ese momento aparecen el estrés, el nerviosismo y la ansiedad.
Miedo irracional a la infección. Cuando una epidemia o pandemia se alarga, la mente humana tiende a desarrollar miedos irracionales. No importa si disponemos de información fiable o que sigamos las medidas de seguridad. Poco a poco desarrollamos más miedos, cada vez más infundados. En caso de dudar de las fuentes de información pensando que son poco o nada fiables, aparecerán más miedos.
Aburrimiento y frustración. Pocas interacciones sociales (o ninguna), silencio en las calles, confinamiento en el hogar... hacen que aparezca el aburrimiento, que podremos combatir en los primeros momentos, pero según pasan los día y crece la incertidumbre, surge la frustración. No poder mantener el ritmo de vida que teníamos ni tener libertad de movimientos, hace que esas emociones se vuelvan más complejas y surjan los problemas.
Sensación de falta de bienes básicos y pánico. Las compras compulsivas se deben a que, ante una situación de epidemia o pandemia, la mente actúa por impulsos. En la base de la pirámide de Maslow están las necesidades básicas, es decir, abastecernos de alimentos y bienes básicos que nos ayuden a sentirnos bien. Nuestra mente cree que va a haber escasez de bienes básicos y nos dice que debemos conseguirlos.
Desconfianza. Ya no somos capaces de fiarnos de la información que recibimos de instituciones sanitarias, políticos, científicos... La mente humana, llegados a este punto, desconecta y desconfía. Esto es debido a la falta de coordinación de los miembros del gobierno, la sanidad... Incluso internet, redes sociales, etc ayudan a aumentar la desconfianza publicando bulos, mentiras y teorías de la conspiración.
Los trastornos psicológicos pueden empeorar. Las personas más sensibles, con fobias, depresión, ansiedad generalizada, trastornos obsesivos-compulsivos, pueden sufrir mucho más en este contexto. Estas personas necesitan mucho apoyo para sobrellevar estos días de soledad.
El pensamiento negativo. Debemos evitar el pensamiento catastrofista, el que anticipa lo peor, ya que lejos de ayudar, complicará nuestra realidad y dejará salir lo peor de nosotros mismos.
En conclusión, cuidemos de nuestra salud y sigamos las medidas de prevención sin olvidarnos de nuestra salud psicológica. Si nos ayudamos entre todos, superaremos con éxito esta situación.
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