"Dentro de las emociones negativas se esconden nuestros límites"
Todos hemos sentido emociones negativas: celos, envidia, rencor... El malestar que producen estas emociones es momentáneo, pero los esquemas de pensamiento que las han generado tienden a ser permanentes. Si no trabajamos para modificarlos seguiremos recreando las mismas situaciones durante toda la vida. La presencia de emociones negativas implica la falta de elecciones comportamentales adecuadas y la presencia de esquemas mentales limitados. Estas emociones son como un bache en el camino hacia nuestra auto-realización, hacia nuestro bienestar.
Superando las emociones negativas ampliamos nuestras elecciones comportamentales y los horizones de nuestro ser. La clave para poder vencerlas es no justificarlas, ya que quien justifica los propios errores no puede cambiar. Las principales emociones negativas son: rabia, rencor, envidia, celos y posesión.
DINÁMICA DE LAS EMOCIONES NEGATIVAS
Aunque estas emociones parecen diferentes entre ellas, la dinámica que las genera es la misma. Son el resultado de un error cognitivo y de asunciones equivocadas acerca de nuestros derechos/deberes. Se puede representar en el siguiente esquema.
ERROR COGNITIVO
SITUACIONES DE MALESTAR
AUTO-JUSTIFICACIÓN
EMOCIÓN NEGATIVA
La asunción errónea de nuestros derechos/deberes y la de los demás está en la base de la distorsión cognitiva que nos hace interpretar y vivir de manera adversa una situación determinada. El malestar que nos produce nos conduce a auto-justificar nuestros errores cognitivos generando de este modo la emoción negativa.
Para superar las emociones negativas podemos obrar del siguiente modo:
Identificar las frases de auto-justificación.
Descomponerlas lo más posible en frases independientes.
Identificar los errores cognitivos y las asunciones equivocadas en ellas contenidas.
Reelaborar las frases auto-justificativas en frases asertivas transformando las auto-justificaciones en aserciones negativas sobre nosotros mismos o poniéndonos objetivos de superación que sean asertivos.
Esta manera de trabajar las emociones negativas requiere un pensamiento lineal, analítico, operativo y sencillo. El malestar es, en cambio, el resultado de un pensamiento retorcido y distorsionado. Por eso decimos que la asertividad es "un modo de pensar" y "un modo de relacionarse con el mundo".
LA RABIA
Es fácil enfadarse cuando los demás no se comportan como nosotros quisiéramos, cuando no son como nos gustaría a nosotros, etc. Existen muchas justificaciones para sentir rabia, pero enfadarse no sirve para nada, ya que hacemos cosas de las que después nos arrepentiremos (destruir relaciones, romper cosas, nos consumen los nervios...).
El malestar del que se enfada no solo golpea a los que él cree responsables de su malestar, sino también a aquellos que no tienen nada que ver y solamente intentan dar consejos. El que está sujeto a la rabia debe evitar justificarse. Debe decirse: "Me he equivocado al enfadarme. La próxima vez me controlaré". Una vez pasada la rabia es oportuno analizar los errores cognitivos cometidos, superar los propios límites y proponerse objetivos asertivos.
EL RENCOR
El rencor es la rabia no expresada, una forma de agresividad sin ataques directos que conlleva malestar. Sentimos rencor en presencia de quien ha traicionado nuestra confianza, de quien nos ha desilusionado, de quien no se comporta como nosotros quisiéramos, del que no quiere entender que "nos hace sentir mal", de quien creemos que nos ha tratado injustamente, de aquel a quien envidiamos...
El rencor compromete nuestras relaciones y hace que las relaciones sean difíciles y adversas. Puesto que sentir rencor nos hace sentir mal y no sirve para resolver situaciones, debemos concentrarnos en cómo resolver asertivamente las situaciones que dan origen a nuestros rencores.
LA ENVIDIA
Cuando alguien tiene éxito y nosotros no, sentimos envidia, nos gustaría estar en su lugar y nos justificamos diciendo que su éxito se debe a falta de valores mientras que nuestro fracaso es debido a factores externos injustos, a nuestra moral y a nuestros ideales nobles. Las posibles excusas son infinitas, pero justificar la envidia no sirve para nada.
La envidia es una limitación que nos hace sentir mal y que no aporta nada positivo. Debemos aprender a determinar los errores cognitivos, las asunciones erróneas y los prejuicios que nos llevan a auto-justificar nuestra envidia, ya que mientras encontremos justificaciones a nuestros fracasos no cambiaremos nuestros resultados.
CELOS Y POSESIÓN
Si nos encontramos bien con una persona y la queremos, nos sentiremos unidos a ella. Cuanta más unión, más sufrimos cuando no estamos juntos convirtiéndonos de este modo en posesivos. Ser posesivo se convierte en sinónimo de "amar". Cuando la persona que amamos dedica su tiempo y sus atenciones a otros tenemos miedo de perderla y nos sentimos mal, reivindicamos nuestros derechos sobre esa persona, la culpabilizamos, hacemos escenas de celos, etc. Ser posesivo nace de la asunción errónea de que se tiene el derecho de poseer a alguien.
Dinámica de la posesión:
Una persona nos gusta, nos unimos a ella.
Quisiéramos estar siempre (o casi siempre) con ella.
Sufrimos cuando no conseguimos verla.
Tenemos miedo de perderla.
Nos convertimos en posesivos respecto a ella.
Nos decimos: "La posesión es amar"
El error cognitivo nace de la creencia que dice: "debo conseguir ver a esta persona cada vez que lo deseo". Esta es una expectativa demasiado elevada, ya que si no se realiza nos sentimos mal. Cuando sufrimos cometemos el error cognitivo de atribuir al otro nuestro sufrimiento ("cuando se muestra lejano me hace sufrir"), no dándonos cuenta de que es nuestra expectativa errónea lo que no lleva a estar mal. Debido a que atribuimos al otro el poder de hacernos sentir mal, desarrollamos el miedo a poder estar de nuevo mal cuando la otra persona nos deje solos otra vez. En este momento se presenta un nuevo error cognitivo: para controlar nuestro malestar debemos controlar al otro y conseguir verlo siempre. En este punto aparece la posesividad, ya que nos sentimos obligados a justificar nuestro comportamiento y decimos "soy posesivo porque amo".
Detrás de la posesividad se esconden carencias personales. La dependencia del otro nace frecuentemente porque creamos una relación en la cual delegamos en el otro el encargo de llenar nuestras carencias y necesidades. Por tanto, cuando estamos con esa persona nos sentimos reconfortados, pero cuando estamos solos nos sentimos perdidos o vacíos.
Para vencer la posesividad debemos trabajar nuestra independencia. Lo primero es darnos cuenta de nuestras carencias, que se producen por la dependencia del otro (miedos, situaciones domésticas, apoyo moral, dificultad para vivir solos, etc). Debemos darnos cuenta también de que llenar nuestras carencias es una tarea que nos corresponde a nosotros. Debemos aprender a contar con nosotros mismos.
LA SELECTIVIDAD DISCRIMINANTE
La clave del éxito a largo plazo depende de la habilidad de saber seleccionar de manera discriminante a aquellas personas con las que interactuar, los ambientes que frecuentar y las situaciones en las que adentrarse. Esto requiere un pensamiento estratégico por objetivos.
Una vez que reconocemos nuestros verdaderos objetivos, debemos ser capaces de afrontar situaciones nuevas haciéndonos preguntas del tipo: "¿Quiero involucrarme en esto?", "¿Quiero interatuar con esta persona?", "¿Quiero frecuentar este ambiente?". Debemos ser conscientes de que podemos seleccionar dónde queremos aventurarnos diciendo "Si, lo quiero/No, no lo quiero".
Podemos vivir nuestra vida en primera persona y debemos decidir cómo vivir esta aventura. De nosotros dependerá que sea una fábula o una pesadilla. Debemos aprender a deslizarnos a lo largo del flujo de la vida sin ansia, sin prisa, limitándonos a seleccionar lo que nos acerca a nuestros objetivos y descartar lo que nos aleja de ellos. No dejes que el ambiente te influya, influye tú en el ambiente.
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