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Foto del escritorMónica Lestón

EL ESTRÉS

Actualizado: 1 feb 2019


"La mejor arma contra el estrés es escoger correctamente nuestros pensamientos"

El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional que puede provenir de cualquier situación o pensamiento que provoque nerviosismo, frustración o enfado. Es la reacción del cuerpo a un desafío o demanda. En pequeños episodios se puede considerar positivo, pero cuando dura mucho tiempo daña la salud.



TIPOS DE ESTRÉS


  1. Eustrés o estrés positivo. Es un estrés estimulante y motivador que favorece que quien lo padece rinda de forma positiva. Aporta vitalidad y energía. Este tipo de estrés aumenta la creatividad y puede potenciar que surjan ideas que antes no tenías. El eustrés aparece en último momento, pero no se mantiene durante mucho tiempo.

  2. Distrés o estrés negativo. Surge ante una amenaza. La ansiedad, el pánico o el miedo son algunos de los síntomas que lo acompañan. Aparece cuando una situación cambia de repente (por ejemplo, perder el trabajo, una enfermedad, un accidente...), cuando sucede algo que no veíamos venir y que nos sorprende. Es muy difícil liberarnos de este tipo de estrés. Necesitaremos luchar y ser muy fuertes para enfrentarnos a él y que no pueda con nosotros, ya que puede llegar a causar enfermedades.

  3. Hiperestrés. Tiene lugar cuando nos vemos sobrecargados de sensaciones emocionales desmesuradas que no somos capaces de procesar. Surge cuando realizamos actividades que nos exigen un sobreesfuerzo y estamos dando más de lo que podemos, nos vemos desbordados y explotamos. Esa explosión emocional será imposible de contener.

  4. Hipoestrés. Surge por aburrimiento y desmotivación. Afecta a personas inquietas y muy creativas que se ven sometidas a trabajos repetitivos, lo que puede llevar a que se bloqueen o a que no sean capaces de llevar a cabo lo que desean. Estas personas tienen la necesidad de vivir experiencias, de tener ocupaciones que exijan un aprendizaje contínuo y de experimentar cosas nuevas.


Estos cuatro tipos de estrés pueden aparecer combinados o en diferentes situaciones de nuestra vida, pero siempre habrá alguno que predomine sobre los demás.



Otra clasificación del estrés es la siguiente:


  1. Agudo. Es la forma de estrés más común. Surge de las exigencias y presiones del pasado reciente. En pequeñas dosis puede resultar emocionante, pero cuando es demasiado puede resultar agotador. Ejemplos de estrés agudo son un pequeño accidente de coche, un plazo a cumplir, problemas de un hijo en el colegio... El estrés agudo no tiene tiempo suficiente para causar daños importantes. Los síntomas más comunes son: agonía emocional (con enojo o irritabilidad, ansiedad y depresión), problemas musculares (dolores de cabeza tensionales, dolor de espalda, dolores en la mandíbula...), problemas estomacales e intestinales (flatulencia, acidez, diarrea, estreñimiento y síndrome de intestino irritable), sobreexcitación pasajera (que deriva en elevación de la presión sanguínea, ritmo cardíaco acelerado, sudor, palpitaciones, mareos, migrañas, dificultad para respirar y dolor en el pecho). Se puede presentar en cualquier momento y  es un estrés que se puede tratar con facilidad.

  2. Estrés agudo episódico. Son aquellas personas que tienen estrés agudo con frecuencia, con vidas tan desordenadas que están sumidos en el caos y la crisis. Asumen muchas responsabilidades, tienen demasiadas cosas entre manos y no pueden organizar la cantidad de exigencias autoimpuestas ni las presiones que reclaman su atención. Suelen ser personas agitadas, de mal carácter, irritables, ansiosas y tensas. Tienen un exceso de energía nerviosa. Siempre están apuradas y tienen a ser cortantes. Ven el desastre a la vuelta de la esquina y prevén con pesimismo las catástrofes. Los síntomas del estrés agudo episódico son los síntomas de una sobreexcitación prolongada: dolores de cabeza tensionales y persistentes, hipertensión, dolor en el pecho y enfermedad cardíaca. Su tratamiento requiere ayuda profesional, ya que a menudo el estilo de vida y los rasgos de personalidad están tan arraigados que no ven nada malo en cómo conducen sus vidas. Culpan a otros de sus actos y de sus males. Pueden ser resistentes al cambio y solamente la promesa de alivio de su dolor y del malestar de sus síntomas puede mantener el tratamiento.

  3. Estrés crónico. Es un estrés agotador que desgasta a las personas día a día. Destruye el cuerpo, la mente y la vida y hace estragos a largo plazo. Surge cuando una persona no ve nunca una salida a una situación deprimente. Es el estrés de las exigencias y presiones implacables durante periodos aparentemente interminables. Se pierden todas las esperanzas y se abandona la búsqueda de soluciones. Puede provenir de experiencias traumáticas de la niñez que se interiorizaron y se mantienen presentes provocando dolor. Se requiere ayuda profesional porque el estrés crónico puede matar a través del suicidio, violencia, ataque al corazón, apoplejía e incluso cáncer. Estas personas se desgastan hasta llegar a una crisis neviosa final y fatal. Sus síntomas son difíciles de tratar y pueden requerir tratamiento médico, tratamiento conductual y manejo del estrés.





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