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EDUCACIÓN NÓRDICA III: REFORMULACIÓN

"El lenguaje es un arma muy poderosa para ayudar a nuestros hijos a entender el mundo y a avanzar en él"


REFORMULACIÓN


  1. Presta atención a tu negatividad. Intenta darte cuenta de tus patrones negativos y de cómo usas la negatividad en cada ocasión. Intenta ver cada situación en perspectiva e intenta centrarte en los aspectos positivos.

  2. Practica la reformulación. Piensa si tus pensamientos son realistas e intenta cambiar la forma de expresarlos. Mira las siguientes frases: "Nunca tengo tiempo  para hacer ejercicio. Estoy demasiado gorda", "Mi suegra es muy molesta". Ahora intentaremos cambiar la forma de decir estas mismas frases: "Voy a intentar hacer ejercicio al menos una vez por semana y comer ensaladas", "Quiero a mi suegra aunque somos muy diferentes".  Esto es un reto, pero puede marcar una gran diferencia. Puedes sentirte tonto al principio haciéndolo, pero cuando veas que la parte negativa desaparece, verás cómo se reducen la ansiedad y los miedos y este ambiente positivo repercutirá en tus hijos, los hará mejores personas y lo pondrán en práctica.

  3. Usa menos lenguaje polarizado. Intenta eliminar el blanco-negro: odio esto, amo lo otro, yo siempre, yo nunca, debería, no debería... El lenguaje polarizado no deja espacio para maniobrar y las cosas solamente se ven desde un mismo ángulo. Intenta usar palabras intermedias. Juzga menos y acepta más y tendrás menos conflictos con tus hijos y tu pareja.

  4. Externaliza el lenguaje: separa las acciones de las personas. En lugar de decir "Es un vago", "Es agresivo", intenta ver esas palabras como algo externo (no innato) que se puede cambiar.  "Hoy no le apetece hacer nada", "De vez en cuando tiene momentos de agresividad". Elimina etiquetas.

  5. Intenta usar palabras de cariño para describir a tu hijo. Haz una lista con las cualidades y comportamientos negativos de tu hijo y escríbelas en una frase. "Es muy mal estudiante", "Creo que es hiperactivo", "Es muy terco"... Luego intenta escribir estas frases identificando la causa de su comportamiento.  Un niño que no es buen estudiante puede amar la lectura y ser muy bueno socialmente; un niño que parece hiperactivo puede ser enérgico y tocar bien el piano; un niño terco puede tener mucha paciencia cuando hace un trabajo difícil. Intenta focalizar lo positivo del comportamiento de tu hijo y aprecia todo aquello que lo hace único, eliminando cualquier etiqueta negativa.  Cambia lo negativo viendo lo que implica para tí mismo y para él.

  6. Usa lenguaje de apoyo. Si el lenguaje de tu hijo es todavía limitado, intenta hacerle preguntas para identificar las emociones que hay detrás de sus acciones. Ayúdalo también a identificar sus intenciones y las intenciones de los demás para que aprendan cómo actuar en diferentes situaciones.

  7. Usa el humor. Siempre en sentido positivo, para ayudar a tu hijo a mejorar o a entender situaciones.


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