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EDUCACIÓN NÓRDICA II: AUTENTICIDAD

"Ayuda a tu hijo a construir una mentalidad de crecimiento que le ayudará a crear valores de verdad, respeto, honestidad y empatía"


AUTENTICIDAD


  1. Di no a la autodecepción. Debemos aprender a ser honestos con nosotros mismos y mirar nuestra vida de forma objetiva, siendo capaces de detectar y definir nuestras propias emociones. Tenemos que enseñar honestidad emocional a nuestros hijos para que no se engañen a sí mismos. Escuchando y expresando nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos encontraremos el camino hacia aquello que nos dará la felicidad. 

  2. Autenticidad. Si tu hijo te hace una pregunta, dale una respuesta sincera y adaptada a su edad o nivel de desarrollo. Si eres sincero en tus respuestas lo harás en los demás aspectos de tu vida, incluso en los más difíciles. Si no eres sincero, debilitarás la habilidad de tus hijos para discernir entre lo verdadero y lo falso. Ellos pueden detectar las mentiras y pueden sentirse inestables si ven que eres falso.

  3. Usa ejemplos de tu propia vida. Usa ejemplos de tu vida o de tu niñez si crees que pueden ser útiles. Cuando van al médico, en una situación difícil o simplemente jugando, a los niños les gusta escuchar nuestras experiencias. Tenemos que ser sinceros, ya que les ayudaremos a comprender mejor quienes son y les permitiremos ver que su situación es normal aunque estén asustados o tristes.

  4. Enséñalos a ser honestos. Háblales de lo importante que es para tí el valor de la honestidad. Si confrontas a tus hijos con ira o amenazas cuando mienten, tendrán miedo a decir la verdad. Si les das seguridad y cariño, serán honestos. Debemos enseñarles a tener el valor y honestidad suficientes para decir la verdad cuando sea necesario. Esta relación de honestidad será primordial durante la adolescencia.

  5. Léeles historias que abarquen todas las emociones. Léeles cualquier historia, sin importar el tema o si tienen o no final feliz. Los niños también aprenden de la tristeza y la tragedia, siempre que sean apropiadas a su edad, ya que abren su mente  a nuevos aspectos de la vida. Exponerlos a lo bueno y lo malo fomenta la empatía, la resiliencia y la felicidad.

  6. Usa el elogio. Ayuda a construir una mentalidad en crecimiento en lugar de una mentalidad fija. El elogio es calidad, no cantidad. Centra tus elogios en el esfuerzo que hace tu hijo para mejorar sus habilidades adquiridas (no innatas). Evita abusar de elogios como "qué listo eres", "qué inteligente". Esto ayudará a  incrementar su autoestima. Ejemplos de elogios: "Me gusta como has intentado unir las piezas del puzzle una y otra vez. No te has rendido y has conseguido hacerlo" // "Te has esforzado mucho en practicar el baile y hoy lo has hecho realmente bien" // "Me encanta que hayas compartido tu bocadillo con tu hermano. Me hace feliz verte compartir" // "Ha sido un trabajo largo y difícil, pero lo has hecho. Estoy orgulloso de ti porque te has centrado en el trabajo. Bien hecho".

  7. No abuses del elogio. Si abusas, le puedes estar enseñando que solo es digno de alabanza cuando completa una tarea rápida y fácilmente y no lo estarás ayudando a enfrentarse a nuevos desafíos. Cuando realice una tarea rápidamente y sin esfuerzo puedes decirle: "Esto fue demasiado fácil para ti. Por qué no lo intentas con algo más difícil para aprender cosas nuevas?". El objetivo es no elogiar efusivamente las tareas que sabe hacer con facilidad.

  8. Céntrate en el esfuerzo. Ten cuidado cuando elogies errores o fallos. Puede sonar a pena decir cosas como: "Bien hecho", "Lo has hecho lo mejor que has podido", "La próxima vez lo harás mejor". Céntrate en lo que ha logrado y en cómo puede mejorar: "No lo conseguiste, pero has estado muy cerca". Si nos centramos en su esfuerzo por aprender estaremos creando una mentalidad de crecimiento que será útil en todos los aspectos de su vida, desde el trabajo a las relaciones sociales.

  9. Enséñalo a no compararse con otros. Necesitan darse cuenta de que lo han hecho bien o de que lo pueden hacer mejor. Nadie puede ser el mejor en todo, pero tú puedes ser el mejor para tí mismo y fomentar tu bienestar.

  10. Enfatiza que lo entiendes diciendo "para mi". Hazle ver que lo que tú piensas no necesariamente tiene que coincidir con lo que piensa él. Por ejemplo, en una discusión sobre si la comida está demasiado caliente le puedes decir "La comida no está demasiado caliente para mi". El uso de "para mi" después de una frase permite a tu hijo saber que lo entiendes aunque no opines lo mismo que él y respetará tu opinión. Esto les ayuda a construir la verdad y el respeto.




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