¿DÓNDE ESTÁ ESCRITO?

¿Dónde está escrito que por ser un hombre seas mejor que yo? ¿Dónde está escrito que tenga que vivir a tu sombra, dedicarme a la casa y a los hijos, trabajar por un salario inferior…?

Durante siglos, el hombre dominó a la mujer. Durante ese periodo de “esclavitud” estaba bien visto que solamente el hombre pudiera tomar decisiones y que la mujer se ocupara de las tareas del hogar y del cuidado de los hijos. Mediante un discurso machista la mujer fue sometida y no tenía voz ni voto para nada. Este discurso pasaba de padres a hijos como una creencia más, los machistas pensaban que potenciadora, pero para las mujeres era limitadora porque no eran capaces de romper con ese rol. Fueron pocas las mujeres que se atrevieron a enfrentarse a las condiciones que les venían impuestas y las que lo hacían no eran bien vistas y en muchas ocasiones su conducta fue castigada.

¿Creéis que a día de hoy las cosas han cambiado? Todavía se pueden observar este tipo de conductas y creencias en muchos países, pero a veces no están tan lejos de nosotros. Todos conocemos a mujeres que hacen el mismo trabajo que un hombre pero cobran menos; o a mujeres que además de su trabajo se ocupan de su hogar y sus hijos mientras que su marido/pareja no ayuda. Y si nos quejamos nos ponen rápidamente las etiquetas de “locas” o “histéricas” y apelan a motivos hormonales para justificar nuestro comportamiento.

Las mujeres somos personas tan valiosas, inteligentes y aptas como los hombres. Muchas veces actuamos desde la sombra y los ayudamos aunque no se reconozca nuestra valía. Esto ha ocurrido con mujeres que han aportado mucho a la humanidad pero que se quedaron a la sombra de un hombre. Para saber más sobre ellas os recomiendo el libro “El despertar de las musas” de Beatriz Luengo.

Llegó el momento de romper con estereotipos y de educar a nuestros hijos desde la igualdad. A los hombres no les gusta el término “machismo” porque les resulta despectivo. No se quieren ver reflejados en él pero tampoco quieren cambiar porque creen que perderán sus derechos. Quien siempre tuvo derechos no quiere ponerse en el lado contrario y ver lo que sufre el otro ni ceder algo con lo que siempre tuvo una posición de poder.

No es una guerra, simplemente es dar a cada uno lo que se merece. Ni todos los hombres son machistas ni todas las mujeres son hembristas. Luchemos por encontrar un equilibrio donde podamos vivir en armonía y donde nadie se considere más que el otro simplemente por tener una condición privilegiada.