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Foto del escritorMónica Lestón

CÁNCER DE MAMA Y PSICOLOGÍA

"Personalidad, creencias y actitud ante la enfermedad afectan al comportamiento y a la calidad de vida, no al cáncer"

El cáncer de mama consiste en la proliferación acelerada e incontrolada de células del epitelio glandular. Son células que han aumentado su capacidad reproductiva y que pueden llegar a diseminarse a través de la sangre o de los vasos linfáticos y llegar a otras partes del cuerpo, generando en este caso una metástasis.


Se puede dar en hombres, pero es mucho más frecuente en mujeres. Menos de una cuarta parte de ellas tienen factores de riesgo genéticos u otros factores conocidos y el diagnóstico, a menudo, llega como una sorpresa desoladora. El desconcierto emocional puede afectar a la salud física así como al bienestar psicológico. El tratamiento psicológico puede ayudar a estas mujeres a aprovechar el poder sanador de sus mentes.


Recibir un diagnóstico de cáncer de mama puede ser uno de los momentos más angustiantes y, tal vez, no sepan a quién recurrir para recibir ayuda. La angustia continúa incluso después del impacto inicial del diagnóstico. A medida que comienza el tratamiento pueden aparecer nuevos problemas como por ejemplo la confusión en sus relaciones personales, el cansancio, la preocupación con respecto a los síntomas, al tratamiento o a la muerte, discriminación por parte de la empresa o las compañías de seguros... Estos factores contribuyen al estrés crónico, la ansiedad y la depresión.



FASES POR LAS QUE PASA UNA PERSONA CUANDO LE DETECTAN CÁNCER


Kübler-Ross habla de las distintas fases por las que pasa una persona cuando le detectan cáncer. Es fundamental detectar en qué fase se encuentra esa persona, ya que el apoyo, la ayuda y el modo de actuar durante el proceso terapéutico será diferente.


  1. Fase de negación. Se niega a creer que tenga cáncer. En muchas ocasiones, el propio paciente quiere que le realicen las pruebas varias veces para verificarlo y pide diferentes puntos de vista por si ha habido un error de diagnóstico.

  2. La negación se va desvaneciendo y se convierte en rabia, ira y hostilidad, culpando en ocasiones a los médicos, a sí mismo o a sus familiares.

  3. Fase de depresión. Se siente sin fuerzas y sin ganas de luchar. La tristeza y el miedo son el centro de sus estado de ánimo en su día a día.

  4. Fase de negociación. Esta fase la podemos describir con la frase: "¿Qué hubiera sucedido si...?" En secreto consigo mismo, la persona intenta hacer un trato. Es un mecanismo de defensa para protegerse de la realidad del cáncer. Todavía no está preparada para aceptar la enfermedad.

  5. Fase de aceptación de la enfermedad. A partir de este momento empezará a convivir con su problema, pudiendo comenzar a luchar de forma directa contra el cáncer.



MANEJAR LAS REACCIONES FRENTE AL CÁNCER


No tener una actitud positiva no va a afectar a la posible evolución de la enfermedad, no hay que sentirse culpable por ello, pero tampoco abandonarse a la tristeza y el abatimiento. El modo en que nos enfrentamos a la enfermedad influye en la calidad de vida.


Aceptar lo que sentimos y expresarlo nos puede ayudar. Sentir rabia, tristeza o temor es normal y no significa ser débil. La enfermedad y los tratamientos provocan situaciones nuevas y difíciles. Debemos ser tolerantes con nosotros mismos y mostrarnos aceptación y respeto para empezar a controlar estos sentimientos.


Compartir nuestros sentimientos con personas de confianza. Las emociones necesitan ser aireadas y la mejor manera de conseguirlo es compartiéndolo con otras personas. Buscaremos solamente a personas de confianza.


No debemos intentar pasar todo esto solos. A muchas personas les aterra que sus emociones aparezcan porque no saben cómo manejarlas. A menudo, el esfuerzo por contenerse resulta difícil y aumenta la tensión emocional, por lo que el malestar acaba explotando de forma descontrolada a través del llanto o una furia desmedida. Es mejor expresar el malestar cuando todavía sea poco intenso. Hablar nos ayudará a darnos cuenta de lo que nos preocupa y nos permitirá tomar la distancia suficiente para poder buscar una solución.


Controlar los pensamientos. Reaccionamos de diferente manera ante el estrés. Nos son solamente los acontecimientos los que causan emociones, sino nuestra interpretación de ellos. Suele haber un diálogo interno plagado de pensamientos negativos, poco realistas y exagerados que crean y mantienen un sufrimiento innecesario. No debemos anticipar problemas cuando no tenemos la certeza de que van a ocurrir. Intentaremos analizar las situaciones de la forma más objetiva posible para buscar soluciones y prepararnos para hacerles frente. Si no nos sentimos capaces, buscaremos ayuda.


Mantener la mente ocupada en actividades útiles y agradables para combatir la aparición de pensamientos negativos.


Buscar ayuda si los problemas emocionales se complican y la situación nos abruma. Si nos sentimos desbordados por la situación y somos incapaces de afrontarla por nosotros mismos, en situaciones de bloqueo, cuando no avanzamos y no estamos satisfechos con nuestra forma de actuar. También cuando haya señales de malestar o necesitemos orientación o ayuda para tomar decisiones o solucionar problemas. La intervención psicológica ayuda a mejorar la calidad de vida, a desarrollar conductas y habilidades que resulten beneficiosas, a aprender a afrontar situaciones difíciles, a manejar emociones y pensamientos desagradables o a modificar los factores ambientales que contribuyan a los problemas anteriores.



TRATAMIENTO PSICOLÓGICO Y SALUD FÍSICA


Algunas mujeres rechazan otros intentos de tratamiento por efectos colaterales como pueden ser los vómitos o las náuseas. Se pueden aliviar estos síntomas a través de ejercicios de relajación, meditación, visualizaciones, etc.


El tratamiento psicológico tiene efectos indirectos en la salud física. El estrés suprime la capacidad de protección personal del cuerpo. La capacidad de afrontamiento que enseñan los psicólogos puede ayudar a reforzar el sistema inmunológico.


Los pacientes que formulan preguntas y son activos con sus médicos obtienen mejores resultados que los que aceptan pasivamente los programas de tratamiento propuestos. Los psicólogos pueden instruir a las mujeres para que realicen elecciones más informadas y pueden ayudarlas a comunicarse más eficazmente con los médicos.


Una combinación de tratamiento individual y grupal funciona mejor. Son importantes las sesiones individuales para recalcar la comprensión y modificación de patrones de pensamiento y de conducta. El tratamiento grupal da la posibilidad de brindar y recibir apoyo emocional y aprender de las experiencias de los demás. Los grupos deben estar formados por mujeres que están en etapas similares de la enfermedad.


Las intervenciones se esfuerzan por ayudar a las mujeres a adaptarse a sus diagnósticos, a sobrellevar el tratamiento y a aceptar el impacto de la enfermedad en sus vidas. Ofrecen la oportunidad de ayudar a las mujeres a entender mejor el cáncer de mama y su tratamiento. Los psicólogos suelen formular preguntas abiertas acerca de suposiciones o ideas para vivir una vida más plena. Se abordan también los pensamientos y sentimientos negativos, al igual que la resolución de problemas a medida que las mujeres se enfrentan a un nuevo desafío.



CONSEJOS


  • No permitas que la enfermedad sea el centro de tu vida. Un enfermo es mucho más que una enfermedad.

  • Disfruta de lo positivo, de lo que tienes. No sufras por lo que puedas perderte. Vive el aquí y el ahora. Convive con la enfermedad a la vez que vives el presente.

  • Intenta ser optimista. No puedes elegir las circunstancias, pero sí cómo responder a ellas. Ser optimista es una opción.

  • Date permiso para sentirte triste, irritado, preocupado o tenso.

  • Sé valiente. Tener valor es actuar a pesar de los temores.

  • No olvides el presente por temor al futuro. No te pierdas las cosas buenas.

  • Cuídate. Realiza ejercicio físico moderado si el médico lo considera adecuado, descansa lo necesario y aliméntate adecuadamente.

  • Expresa tus sentimientos. No esperes a estallar. Demasiado autocontrol puede ser contraproducente.

  • Tómate tiempo para pensar en lo que está pasando. A veces estamos sometidos a emociones tan intensas que no vemos con claridad y objetividad la situación.

  • Acércate a las personas que quieres y disfruta de ellos y con ellos.

  • No te aísles, esto puede hacer que tu experiencia sea más difícil.

  • Da prioridad a las actividades de ocio y tiempo libre: realiza cosas nuevas, pasatiempos, hobbies...

  • Mantente activo. Céntrate en las cosas que puedes cambiar. Pequeños cambios en tu entorno te pueden facilitar la vida.

  • Busca apoyo y confianza en tu equipo médico. Participa en las decisiones sobre tratamientos y pide toda la información que necesites.

  • Busca apoyo en personas que hayan pasado por lo mismo. Su experiencia puede ser útil y te sentirás comprendido.

  • Busca información para comprender en cada momento lo que te está pasando.

  • Utiliza todas las estrategias que en el pasado te han funcionado para hacer frente a situaciones de crisis. Si lo haces y no te funciona, busca ayuda para descubrir otras maneras de resolver los problemas.

  • Intenta disfrutar con intensidad de todos los momentos felices y positivos que te puede proporcionar este periodo de crisis. Se puede ser feliz incluso cuando se tiene una enfermedad grave.


En resumen, la intervención psicológica puede ayudar a las mujeres a participar plenamente en su tratamiento. El resultado es una mejor comprensión de la enfermedad y su tratamiento, así como una mayor disposición a hacer lo necesario para sanar.







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