¿Sientes el impulso de estar salvando constantemente a otros?
Una persona con complejo de salvador es aquella que siente el impulso constante de salvar a otros. Tiene una gran tendencia a buscar a individuos que requieren ayuda y asistirles, a menudo sacrificando sus propias necesidades, deseos y aspiraciones.
El problema es que con esta dinámica se crean fácilmente relaciones tóxicas.
Las personas con este complejo tienden a formar parte de parejas codependientes donde uno necesita la ayuda constante del otro para sentirse bien y piensa que no puede vivir sin él. Mientras tanto, el salvador al principio se ve reforzado por la dependencia que le muestra su pareja. Sin embargo, al cabo de cierto tiempo tenderá a cansarse y verse limitado por la necesidad de esta. A consecuencia de esto, ninguno de los dos implicados está realmente feliz. El adicto al amor por lo general cada vez tendrá menos autoestima y confianza en sí mismo, mientras que el otro se sentirá agobiado y le echará la culpa a su pareja.
Esta dinámica no solo se da en las relaciones de pareja. También es posible que aparezca entre amigos, familiares, compañeros de trabajo… Sin embargo, lo más habitual es que se dé en el ámbito de las relaciones amorosas.
CÓMO EVITAR ESTA DINÁMICA
Recuerda que solo eres responsable de ti mismo. Cada persona tiene que tomar las riendas de su propia vida, de sus emociones y de sus acciones. No estás obligado a salvar a nadie si no te hace feliz.
Aprende a decir que no. Para muchas personas, negarse a hacer lo que les pide alguien que les importa es extremadamente difícil, pero no hacerlo lleva a la dependencia y al resentimiento. Por eso, es importante dominar técnicas como la asertividad.
Establece tus límites. Seguramente, si posees características relacionadas con el complejo de salvador, te guste genuinamente ayudar a los demás. Debes encontrar hasta dónde quieres llegar. ¿Hay algo que realmente no disfrutes haciendo? ¿Cuál es el punto en el que prestarle ayuda a otros se convierte en una carga para ti?
Pon tu felicidad por delante. La mayoría de nosotros hemos crecido con la idea de que preocuparse por el propio bienestar antes que por el de los demás es algo egoísta. Sin embargo, si algo te va a hacer infeliz, no tiene sentido que lo realices. Si realmente quieres ayudar, trata de encontrar la forma de hacerlo sin salir perjudicado.
Aprende a pedir ayuda. La personas con complejo de salvador difícilmente piden ayuda a los demás, incluso en aquellos momentos cuando más la necesita. Lo ideal es que también sepamos a pedir ayuda, además de darla. Tenemos que estar para nosotros mismos si queremos estar para los demás.
Identifica formas de ayudar a otros facilitando que ellos puedan ayudarse a sí mismos en el futuro. La mejor ayuda es aquella que enseña al otro a salir de la problemática por su propia cuenta para evitar relaciones de dependencia en el futuro.
Si quieres librarte del complejo de salvador, examínate a ti mismo y recuerda que solo siendo responsable de tu propia felicidad podrás crear y cuidar de relaciones que aporten bienestar.
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